martes, 27 de diciembre de 2016

Los pecados de Dédalo

Millones de años,
miríadas de anocheceres,
y amaneceres inmensos,
una y otra vez,
vueltos sobre sí mismos,
rasgando de la noche el desvelo,
dibujando de nuevo
paisajes blancos.

En la cara oscura de la Luna,
se esconden las heridas
del tiempo,
profundas cicatrices
donde hace mucho que se paró el viento.

Más allá de los anhelos de los hombres,
en lo más profundo del cieno,
en la faz oculta,
se esconde el súcubo,
que,
susurrándote al oído
ansía suspirar tu hastío.

Ah, viejo Dédalo,
perdido en tu laberinto,
antiguo tejedor de emperos.

Vuela más alto,
que el Sol,
que a Ícaro deshace entre plumas.

Bardo y mecánico de sueños,
de imposibles quimeras,
que los astros no agiten tus penas,
que la Luna te despierte de nuevo.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Cantos de Invierno

La melancolía se pasea por el parque,
en esta tarde de invierno,
los pájaros duermen en sus nidos,
arropados entre las frondosas ramas
de los árboles,
y en el kiosko de música,
vacío,
resuenan los compases,
los tristes ecos,
de una sonata de Handel...
Los caminantes,
ateridos por el frío,
recorren la alameda,
bajo las luces
de farolas titilantes,
van en busca
de juguetes,
de artilugios rutilantes,
para que los niños,
trepando
al lomo de elefantes
nos regalen
con sus sonrisas
una vida...
ese precioso cuento
que se pinta de instantes...

domingo, 11 de diciembre de 2016

Los juegos del Hambre

Si te paras a pensar,
mientras caminas por una de esas calles,
si te sientas en uno de esos adoquines,
gastados por el tiempo,
pulidos,
moldeados por el olvido.
Y te viene a ver una niña,
con los ojos redondos,
y las manos repletas de frío...
Sólo,
tan solo,
puedes reparar en su sonrisa,
y en su pequeño corazón,
que late al ritmo
de esas lejanas estrellas
en las que habitan
esos ángeles
a los que dirigimos nuestra oración.
Y un juguete,
una muñeca,
para que peine su pelo,
le haga trenzas
y la vista de princesa.
Engalanadas,
pasean por las avenidas de África,
las delicadas y distinguidas
reinas del mar,
resplandecientes,
deslizándose,
haciendo añicos el dolor,
con su mirada de ébano,
esa infinita ternura que se llama belleza,
que guarda el secreto de la Realeza.


sábado, 10 de diciembre de 2016

Un mundo nuevo

Bajo los pies,
entre ríos,
y verdes praderas,
allá,
donde rugen los leones
y,
las jirafas se asoman
con su gran cuello pintado de besos,
se encuentra el continente perdido...

Los niños,
los niños,
y las niñas,
van descalzos por la calle,
con sus grandes ojos blancos,
y un cuenco,
un tocillo de plástico,
mirando al Cielo,
esperando que llueva arroz de las alturas.

Las mujeres,
con sus vestidos de colores,
y su eterna mirada,
ansían la caricia de un mundo,
de un mundo nuevo.

Que en sus sueños,
les haga sonreír.

Alcanzando el Parnaso,
de las palabras de los poetas,
cuya cara pinta el Sol,
al compás,
en los latidos,
de un corazón
que reza con la misma intención.

Para caminar,
sin zapatos,
con las manos,
con los pies gastados,
anhelando tu bendición.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Chamberí

El sol,
ya sean estos días de invierno,
baña de igual manera nuestra cara blanca.

Cuando tienes 18 años,
y te vas de casa,
y dejas las huellas

marcadas,
en el corazón de una madre,
como ligeras pisadas que
palpitan al compás de su pena eterna.

Y en en la Soledad,
sientes a tu hijo respirar.

En la inmensidad de la galaxia,
puedo contar,
entre los dedos
puedo relatar,
que mi vida,
mi vida,
son las palabras
de un poeta tembloroso,
y,
en la acera,
caminando,
al sentir tus dedos,
tus caricias,
tu mirada,
tu dulzura,
aunque el invierno sea frío y sea largo.

Derrites,
los témpanos
que asoman por las esquinas.

Y mi vida por delante ante este lago amargo.

Aunque el invierno sea frío y sea largo.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Sones del mar Caribe

En las calles de Santiago,
al sur de Cuba,
entre sus casas resquebrajadas,
no resonarán,
los ecos perdidos,
que al otro lado del mar,
despiden
a los que de este mundo se van,
allá,
en donde habita el olvido.

No atronarán,
retumbando bajo el silencio
de los balcones engalanados,
los pasos fúnebres
que a los muertos
acompañan,
entre rosas y claveles,
nomeolvides y
oropeles,
hacia ese paraíso soñado.

Recorrerá el Comandante,
por última vez,
a hombros de sus compadres,
el edén conquistado,
de agua azul rodeado,
mar de piratas ganado.

En un ataúd de pino,
descansarán sus barbas
crespadas,
mientras alrededor de la caja,
millones de hormigas,
pululan cantando,
que la muerte
no es de verdad
cuando se cumple bien con la vida.


sábado, 19 de noviembre de 2016

Ultraísmo

Si las palabras,
los sonidos
que emite nuestro corazón,
se pudiesen materializar,
y lográsemos
que en vez de perderse
se convirtiesen en mariposas,

y pudiese,
de nuevo,
repetir
las horas de angustia,

Cuando recorría
tus calles en la desvencijada bicicleta,
y esas nubes,
la niebla,

Y nuestra Virgen,
mi mamá se llama María,
en cada esquina de Italia,

En cualquier margen de España.

En las catedrales de Francia,

En los acantilados de Inglaterra,

En el uniforme de un soldado de Alemania.

Y van,
pues,
los guiños de las golondrinas
aleteando,
y graznando,
mientras las plumas pintan
de verde el día,
Sí,
Esperanza,
luz y dulzura,
¿te acuerdas?
Verde que te quiero verde.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Espectros del pasado

Son mis noches tristes,
las visiones de un pasado
que de coral se viste.

Viejas mujeres,
dibujadas,
delineadas
con los colores
que al corazón desvisten.

Pasea,
recorre la solitaria avenida,
se desliza a lo largo y ancho,
pintando la realidad
con la pátina
que su ligera
y
suave sonrisa
llama felicidad.

Al atardecer,
cuando las negras nubes
se abalanzan,
arremetiendo contra
la Libertad,
va,
respirando,
en tanto el viento
acaricia su divina melena.

Al aire,
al aire libre,
que besa su cabello,
haciendo tirabuzones,
mientras la Luna
hace retroceder las aguas,
al calor
del brillo
que encrespa
y hace llorar a los tiburones.

Es el Siglo XIX,
momento,
lugar,
donde refulgen tus palabras,
inmortalizando
tus pasos,
las celestiales pisadas
que tus tacones
transforman en miles,
millones de
miradas.

Ya no recorren fantasmas,
ni polizontes,
los muelles
de ese mundo
ya eclipsado;

Tan solo resuenan,
por las desguarnecidas
callejuelas
de Asturias,
los ecos,
el susurro
de tu perfume inmortal,
que desde Montparnasse,
impenitente,
me envía esta Poesía,
curándome el alma,
cerrando la herida,
augurando un nuevo día,


domingo, 6 de noviembre de 2016

Mal de amores

En Otoño el Sena, en la ciudad de la Luz,
baja cargado de hojas caídas de los árboles,
que,
como un viejo amor,
recorren los campos al compás de las aguas silenciosas.
Y entre sus cuatro puntas llevan,
grabadas,
las mismas sístoles de algún querer perdido.
Contempla el amante desesperado,
antes de tirarse al río,
al ver escaparse las vetas argentas en donde
se refleja la Torre de Hierro,
descifra,
en ese papel que se desliza entre los torbellinos,
la palabra de la mujer amada,
que le promete una sonrisa,
una caricia,
la vida entera.
Y envuelto,
pues,
de nuevo en su capa y en su sombrero,
vuelve a enfundar la espada,
convencido que la vida,
que la vida,
triunfará sobre la nada.




sábado, 29 de octubre de 2016

Amores frágiles

Decía Dámaso Alonso que en Madrid recorrían las calles un millón de cadáveres, con los ojos redondos y las manos ensangrentadas, como en una serie de AMC, tratando, infructuosamente, de devorarnos el cerebro.

Y es que las promesas, pesan poco, como las palabras, son débiles, dejándose oscilar por el viento que se asoma por cada esquina, alejándose al otro lado del mundo.

Como prueba de su inconsistencia y volatilidad.

Cuando te tocas las manos, después de llevar soñando toda la noche, aún palpas los dedos y las uñas de las manos, tras de visionar gente que no conoces en el centro de la puta cabeza.

Y si en Madrid, Don Dámaso pontificaba, en Oviedo, Don Ramón nos relató a los pocos bohemios que aún restan al caminar, que las palabras se van haciendo, hora tras hora, al calor del corazón.

Para sonreír.

Sueños lívidos, pintados de blanco, con las nubes de ese cielo que esconde nuestro futuro inmortal, regalándonos flores pintadas de rosa en nuestro funeral,

Y cuando estemos solos, cuando nos miren con esos ojos de mierda, y ese latir ausente; me vuelva a  mirar los dedos de las manos, esperando, en silencio, que pueda poder escribir todo esta soledad que siento como mía, y que algún día me liberes de este peso que a todas luces es injusto.

Yo te quiero lo mismo que tú me quieres a mí, Gran Señor.

viernes, 21 de octubre de 2016

Las maravillas de Alicia y su país maligno

Y ahora, qué puedo decir.

Extrañándote, mientras estás con otro,

Ay,

qué vida tan perra, después de ver el calibre y el volumen de tus mentiras.

Y ahora, gracias a ti voy a volver a ser un novelista.

Con mayúsculas.

Apúntate el tanto.

Camina tranquila,

vidina.

y de paso al paro también te puedes apuntar.

Porque no aguantes,

las bragas entre las piernas.

No queriendo ser tan solemne,
como bohemio de París, he de decir que en las horas solitarias mientras el cabello acariciaba el viento, y los renacuajos del Sena lanzaban sus tiernos eruptos hacia la seda de tus labios, y del pestañeo de tus grandes ojos marrones, he cambiado a la mismísima Angelina Jolie, por el susurro de tu corazón, por el pestañeo sin igual de tu recuerdo, por el mensaje inmisericorde que acompaña a tu mirada de pena, que en su latir destrozado no hace más que dar sentido para atestiguar que no, que ya no te quiero.

viernes, 14 de octubre de 2016

A la derecha del Padre

No hay nada que me pueda hacer olvidar el aliento del mar,

cada vez que, sentado en la playa,

observo como las mismas olas se baten contra los acantilados,

Y en tus verdes prados, me dejas contemplar las acometidas del tiempo, inspirándome, al ver como el azul de las aguas nos traen los viejos susurros de mundos por descubrir.

En aquellas carcasas de madera, que llenabas de hijos tuyos, de hombres valientes, no siempre hubo un poeta que pudiese cantar,

No siempre hubo un hombre al que le cercenasen el corazón,

No todas las veces tuve la oportunidad de mirarte a los ojos.

Bajo el frío,

En lo más profundo de la noche,

Viajé,

Hasta el fin del mundo, hasta el fin de la noche.

En el amanecer,

No siempre hubo un hombre al que le cercenasen el corazón.

Y lo pudiera soportar.

Ahora, despunta tu luz,

Y entre los dedos de mi mano siento tu calor,

Viejo Padre.

Qué solos nos dejaste todo este tiempo.

Al menos,

me has regalado ver a una mujer,

a una mujer española,

que entre destellos y tirantes te desafía...


miércoles, 12 de octubre de 2016

Francesas

Siempre quise tener una novia francesa, como la de la foto que ilustra este post, y poder pasear con ella a las orillas del Sena, mientras nos apoyábamos en la balaustrada, mirando el río, en tanto alguna gaviota perdida cacareaba el ruido del mar, desafiando el sentido del cauce y los sonidos del viento.

Andaba sólo con los palabras, sin ninguna chica bonita, 

Ausente.

Sin sus caricias.

Sin su sonrisa.

Y el graznido de los pájaros, no hacía más que acrecentar esa soledad,

Y la Virgen del Pilar.

En Zaragoza,

A través de las ondas, dibujando en el agua, guiños iridiscentes, que evaporados se convierten en palabras, viejos llantos de esta Tierra impenitente, que a lo largo de los siglos no es capaz que otra cosa que mirarse las manos,

callosas,

como el alma del poeta, que los aires del Sol trata de arrugar.

Tratando de robar la alegría, toda la bondad de las inmensas carcajadas de todos los niños y niñas de España, que dibujan en lo más profundo de tus lágrimas el verano que tu viejo enemigo nunca me pudo arrebatar.

sábado, 8 de octubre de 2016

Próxima Estación Esperanza

El invierno es largo y duro,

Caen los témpanos de las copas de los árboles, ahí donde las espinas de los pinos se llenan de escarcha y de miradas muertas.

"La cebolla es escarcha de nuestros días y nuestras noches", decía el humilde poeta de Alicante, muerto con las manos abiertas, el corazón vivo y los ojos mirando al cielo.

Miguel Hernández, alma de una España silenciada, poeta, voz de las mujeres a las que se lleva el olvido,

Millones de pestañas aleteando y de corazones palpitando al compás del peor de los miedos.

Por los ríos de España corre el amor de nuestras madres, que llevan sus lágrimas al mar, allá, en donde desemboca el Río Tajo.

Nuestras ilusiones acaban donde empieza el gran océano, en las aguas donde se ahoga nuestra soledad,

Mas luego, cuando el viento se alza, y la nubes se transforman en cúmulos, las mismas gotas de agua, que una vez mojaron nuestra cara, vuelven de nuevo a deslizarse a lo largo y ancho de nuestra alma, en lo más profundo del pecho, susurrándonos al oído que la vida es mucho más que una apuesta perdida.

Para que nos oiga el mundo.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Kansas City

Decía Don Camilo que es un poco difícil cruzar el páramo, con su gesto grave y sus ojos redondos entornados por detrás de las gafas.

Y esa mirada, mientras van y vienen las palabras mayúsculas, hace que te tragues hasta la saliva.

El poderío, sí, esa energía volcánica descubierta en las islas africanas que los españoles hicimos nuestras, va haciendo volutas de humo hasta que se desata la tormenta,

No hay lamento,

Ni angustia que no guarde relación con el sentido oculto de las palabras,

Destella en el cielo cada nueva palabra, y en la luna se crea un nuevo cráter.

El agujero donde dejarás tu sangre y la luz de tus ojos.

En la diligencia que nos llevaba a Kansas, desde Chicago, pasando por Misouri me quedé dormido, y en mi corazón, arrebolaron los sueños de una centuria anterior, cuando Jesse James robaba los trenes al gobierno...

Y como un poeta, como un escritor de Avilés, embrujado en París, me guardé tu ausencia en lo más profundo del alma.

Y yo estaba callado,
mientras veía robar los bancos,
y a los niños,
con sus ojitos como platos,
ver el mundo que Dios les tenía para ellos guardado.

viernes, 23 de septiembre de 2016

París era una fiesta

El Boulevard Saint Germain tiene un aire oscuro cuando cae la tarde, en sus terrazas, mientras pasean los matrimonios, ellos con su sombrero de copa, y ellas con su paraguas comprado en una dulcísima boutique, las gentes, el pueblo ocioso, contempla el caminar del viejo vampiro, con su belleza blanca y terrible, deslizándose entre los adoquines, mientras se dirige hacia la iglesia del final, en la que no puede ni entrar.

Porque en las tumbas se retuercen los muertos.

Y sin embargo en las Tullerías, las golondrinas, y los gorriones, sobre todo estos últimos, picotean las palomitas de maíz que alguna niña, con su lazito azul en el pelo, en su rubia melena dejó caer mientras alimentaba a los patos.

Subiendo la calle está la estación, ya pasada la Ópera, donde habitan los siervos de Drácula, más allá del Parnaso, a lo largo y ancho del Bulevar de los Capuchinos.

Solía beber absenta en un café cantante cercano a la Gare de l´est, antes de subirme al caballo de hierro en dirección al campo, donde las uvas, represadas por el frío, se pintan del amarillo del oro.

Entre poetas simbolistas pasaba yo mis tardes, con el sifón, y la verde materia, mientras la sigilosa hada trataba de arrebatarme el alma, me susurraba, con sus taimadas palabras extraños hechizos que agitaban mi corazón, estremeciéndome, agitando y sacudiendo los dedos que sujetan el boli sobre el papel.

Y con la libretita guardada en el bolsillo interior del armatoste regresaba a la orilla del Sena, al compás del silencioso discurrir de las aguas.

Bajaban vidas enteras dibujadas en las gabarras que recorren el río.

Y la luna llena reflejada en la estela que dejan las rosas de los enamorados que arrojan sus ilusiones al olvido.

jueves, 22 de septiembre de 2016

ROMA

Habíamos cruzado el río,
el que marca la distancia
entre lo divino y lo humano.

La luz del día,
el azul del cielo,
ya no refulgían como antaño,
pues la noche
hacía de ver el pestañeo
de tus ojos,
a la luz del fuego de las farolas
que mostraban el corazón
que guarda el secreto
de las luciérnagas,
escondiendo todo el sabor
de tus labios.

Así cruzábamos,
entre la bondad y
la inquietud
el río Tíber.

Uno de La Mancha,
de donde los gigantes
se alzan contra los molinos
de viento.

El otro de Jutlandia,
donde los hombres del Norte,
se enfrentan
a las serpientes que
encrespan,
por encima de sus hombros,
las olas que agitan
nuestros días.

Y en Roma,
pisando las baldosas,
que otras veces
hollase
Agripina,
Mesalina,
y todas las vestales,

En tu templo,
en el nuevo Circo,
repetía mi alma
tus viejas letanías,
esperando ver a Totti,
comiendo pipas,
mientras los vientos,
que van y vienen,
susurran,
las lágrimas,
que,
como el río,
se nos escapan.

Entre los dedos.

Entre los dedos,
llevo tu bufanda,
y esas palabras
tan bonitas,
y toda tu dulzura,
y todo tu cariño.



domingo, 11 de septiembre de 2016

La cara oculta de la Luna

"Todo en esta vida tiene un propósito. Hasta esta piedra... No, no sé cuál es el propósito de esta piedra. Pero debe tener uno. Porque si esta piedra no tiene un propósito, entonces nada tiene sentido. Ni las estrellas. Y tú también. Tú también tienes un propósito."


Las frases de Ennio Flaiano, poeta romano, que cuenta con sus tiernas palabras el relato del tiempo.

La dulzura, el cariño, el sabor de un vino blanco en la plaza del Partenón, sentado mientras cenas al lado de una mujer,

Candela que rompe y rasga el sueño de los Pontífices, con sus tacones, pisoteando, aplastando la masa informe, para que sus susurros retumben en los viejos y agrietados palacios de mármol,

Y es en ese entonces cuando su contorneo, sigiloso, indescifrable y mágico manda hacia el espacio las coordenadas necesarias para que la Luna oculte su rostro...

Y cada día, cada vez que se pinta de rojo los labios,

Su carne marca las libaciones, que al girar esconden sus deseos más profundos, como un guiño de sus ojos, tal que un eclipse,

Los secretos de la Humanidad,

Que se van dejando atrás.

Misterios, mundos ocultos, que a lo ancho y largo de su corazón, ese universo sin principio ni final, esconde el corazón de una mujer.

Y entre las tormentas que se desatan en la faz del astro que no podemos ver ni conocer, entre nubes negras, cargadas de relámpagos,


Desfila por el Planeta Tierra tu eterna mirada, a la luz de esas pupilas que deshacen el miedo, nos alejan del pánico para salvarnos de los mordiscos de los murciélagos

domingo, 28 de agosto de 2016

Esencia de mujer

En los domingos infinitos bajo los que se recoge la ciudad de Nueva York, pasea El coronel Frank Slade, envuelto en su verde gabardina, respirando la inmensa soledad que esconden las esquinas de las capitales del mundo.

Va con su pelo engominado, y su bastón, y a poco le suelta un vozarrón a cualquiera que se tropieza por la acera.

Es esa totalidad, ese momento en el que uno se da cuenta de que la vida se escapa, un respiro contemplando las calles vacías, y la luz en la ventanas.

Si yo fuese pintor, dibujaría de esa manera la soledad, una gran avenida vacía y unos cristales reflejando la electricidad por encima de las farolas.

Desde muy pequeño lo comprendí, por la Villa de Madrid, cuando la Puerta del Sol cierra el pestillo y ya no se hacen más bocatas de calamares.

Y sin embargo, por la Gran Vía aún deambulan las almas perdidas, hombres y mujeres que suben y bajan, con los bolsillos vacíos y la mirada herida...

Al menos a nuestro Coronel le dio tiempo, ya ciego y loco, como Don Max, a bailar su último tango y al compás de Gardel, regalarnos algo que jamás se olvida.

viernes, 19 de agosto de 2016

El largo y cálido verano

“En África el único modo de superar el dolor es salvar una vida. Si alguien es asesinado el año de luto termina con un ritual llamado la prueba del ahogado. Se organiza una fiesta junto al río. Al amanecer, al asesino lo meten en una barca, lo adentran en el río y lo lanzan atado para que no pueda nadar. La familia del difunto tiene que decidir, puede dejar que se ahogue o tirarse al agua y salvarlo. Los hay que creen que si la familia deja que se ahogue se hará justicia, pero pasarán su vida guardando luto, pero si lo salvan están aceptando que la vida no es siempre justa y eso aliviará su dolor. Porque la venganza es una actitud cobarde.”

Llamas destino a lo que no conoces, pintas de un color templado todo lo que no comprendes, alzas tu voz, pontificando, en aras de alcanzar la inmortalidad.

Y es que, di la verdad, anhelas la divinidad.

Con tus dos manos, y tus dos piernas, y tus ojos, enmarcados por las cejas, desfilas por las pasarelas de este mundo, a pleno sol, deseando ese infinito que no puedes alcanzar, ese salto imposible que eres incapaz de lograr.

Y en la mitad de tu vida, más allá de tu gloriosa ciencia,

se extiende el negro abismo,

la oscura e insondable sima,

allá donde tus pecados se hunden,

arrastrándote, inevitable,

inexorablemente...

En un pequeño pueblo de Sudáfrica nació de padres blancos, una niña de piel morena, en aquella Tierra del Sur del Mundo, en el extremo de un continente cargado de misterio...

En el corazón de la tiniebla, en los años en los que el hombre de tez clara aún usaba el látigo contra sus hermanos de carne bruna, vino al mundo una niña, atezada del color de la noche, con una blanca sonrisa dibujada en la mirada.

Más allá del muro, por encima del paredón que el sediento, que el mortal, levanta anhelando alcanzar el cielo, mientras holla con sus pisadas a su prójimo, parpadea Sandra Laing, al arrullo de los pájaros de África, en el lenguaje secreto de las mariposas, que con su aleteo silencioso colorean de vida el día.

Es la canción de cuna de Sandra, la que tira la muralla, la que tiende el puente sobre el abismo, la que nos recuerda, con sus dos grandes ojos redondos, lo que una vez fuimos.

Desde el corazón de África, son los ojos de una niña los que hacen pedazos tu soberbia y tu maldad...

Dios te pintó de negro, para que el mundo no olvide...


“Los disparos alrededor nos impiden oír bien, pero la voz humana es diferente de otros sonidos, puede hacerse oír por encima de ruidos que lo inundan todo, aunque no esté gritando, aunque sea un susurro, hasta el murmullo mas leve silenciaría un ejército cuando dice la verdad.”

lunes, 8 de agosto de 2016

Luces de Bohemia

Quizás aparento menos edad de la que tengo,
quizás he sufrido demasiado en la vida,
puede que sí.
Mas hay hombres que te marcan el camino.
En las frías mañanas de Oviedo,
en aquellos inviernos sepulturales,
iba uno con las manos metidas en los bolsillos rotos de la trenca...
Como siempre digo.
Buscando una esperanza,
a la sombra del Naranco.
Y como si de la Salamanca de Don Miguel,
Dios,
a pesar de que él siempre lo negó,
nos regaló a Don Gustavo.
Un profesor egregio y justo,
un Hombre de gran respeto y consideración.
Ahora te has ido,
a ese Cielo del que tantas veces negaste su existencia,
muestra de que tus pirámides se han de revestir de fe,
es que dos días después
te has ido con tu mujer.
Maestro de filósofos,
de médicos,
de ingenieros,
de abogados,
Maestro del hombre solitario,
el de la calle,
estarás siempre con nosotros.

sábado, 6 de agosto de 2016

Sálvame de la Boca del León

Libra mi alma de la espada, mi única vida de las garras del perro. Sálvame de la boca del león y de los cuernos de los unicornios; respóndeme. Hablaré de tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré.…  (Salmos del Rey David 22:21)

¡Quintilio Varo, devuélveme mis legiones! clama el Emperador, Octavio Augusto, en la inmensidad de su Palacio de Mármol, mientras se da con la cabeza contra las puertas, tirándose de los pelos, rasgándose las vestiduras, su blanca túnica de Patricio, soñando con los estandartes perdidos...

Las Águilas de oro, perdidas a los pies de Arminio, en la batalla del Bosque de Teutoburgo, cuando 15.000 romanos cayeron a los pies de las Hordas bárbaras que dos mil años después levantaron el Tercer Reich...

Y mientras, en Egipto, las tres pirámides se alinean con las estrellas, porque unos años antes, en un establo de Belén, en la provincia de Judea, había nacido un niño que cambiaría el mundo para siempre...

Ese era el grito de angustia del gran Emperador, el César, que resonaba en los Atrios del Cielo, mientras el Niño se perdía y era encontrado en el Templo.

¿Por qué me buscábais?

Cuando María no sabía dónde estaba.

Aún resonaban los ecos de la derrota de Augusto, ya muerto,

No lejos estaba el bosque donde se decía que los restos de Varo y de sus legiones quedaron sin sepultura. A Germánico le vino el deseo de tributar los últimos honores a Varo y a sus soldados. Esta misma conmiseración se extendió a todo el ejército de Germánico, pensando en sus parientes y amigos, en los azares de la guerra y en el destino de los hombres. En medio del campo blanqueaban los huesos, separados o amontonados, según que hubieran huido o hecho frente. Junto a ellos yacían restos de armas, y miembros de caballos y cabezas humanas estaban clavadas en troncos de árboles. En los bosques cercanos había altares bárbaros, junto a los cuales habían sacrificado a los tribunos y a los primeros centuriones.

Roma se cobró su venganza.

Y hoy primer sábado del mes, del mes de Agosto, el mes de Augusto, aún se pueden sentir los rugidos del León herido.

Sálvanos Señor, de los Arminios que hayan de venir, y del encarnizado César que implora venganza por sus legiones perdidas.

Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

Nada hay en el mundo, ni hombre ni diablo ni cosa alguna, que sea para mí tan sospechoso como el amor, pues éste penetra en el alma más que cualquier otra cosa. Nada hay que ocupe y ate más al corazón que el amor. Por eso, cuando no dispone de armas para gobernarse, el alma se hunde, por el amor, en la más honda de las ruinas.

Como dice el Eclesiastés, Adso "Más amarga que la muerte es la mujer"

Qué tranquila seria la vida sin amor, Adso, qué tranquila y qué insulsa.

El León, desde la Torre de la Libertad, en la Ciudad de Nueva York, al contemplar la inmensidad del océano, abre de nuevo sus fauces, mientras los destellos de sus colmillos de marfil, recorren, entre reflejos, al lomo de los delfines, el ancho y largo de los mares del mundo, bramidos que golpean todas las esquinas de la Tierra.

Y en el Cielo, las estrellas, esperan para alinearse de nuevo, dibujándose en la matemática perfecta de los triángulos que se levantan a las orillas del Nilo...

Delineando el camino interplanetario, que en el Espacio Profundo, marca el Sendero, construido con palabras que ahora conocemos, hacia ese infinito que se llama Vida Eterna...

Aún puedo oír al César aullar, pues todo lo que queda de una rosa muerta es su nombre...

¿Serán otra vez los Tribunos de Roma sacrificados en los altares bárbaros en esta tierra de Caín?

¿O quizás las palabras del Niño en el Templo nos salvarán del Fuego?

Cerbero, fiera cruel y aviesa,
con sus tres golas caninas ladra
sobre la gente aquí inmersa.

Ojos bermejos, unta y negra la barba,
amplio el vientre, y uñosa tiene la zarpa,
a los espíritus clava, destroza y desgarra.





viernes, 5 de agosto de 2016

El mundo del mañana mañana

Hay cosas que, a pesar de los gilipollas, no suelo odiar demasiado, tampoco me gusta el rencor, pero si hay algo que no soporto es que se metan en la vida de los demás.

En ocasiones,

Cuando enciendes la luz de la cocina por la noche, ves a las cucarachas esconderse entre los escondrijos, escapándose de la luz.

Y no es porque no les guste la luz, que también, es porque en realidad su empresa tan sólo puede tener éxito a escondidas.

Cuando no se puede, cuando todo es un querer y no poder, lo mejor, es quedarse callado.

Entiendo que es terriblemente difícil, ya que en tu pequeñito grupo de comemierdas como tú os sodomizáis mutuamente.

Ya.

Mas el Ser Humano no es tan triste como tú.

En el mundo del mañana mañana,
¿sabes qué?
Que continuaremos la lucha,

Para que personajes como tú no nos hundan en su gris preferido,
para que tu mentira,
teñida de rosa en bonanza,
no nos hiera con sus espinas venenosas
en tiempos de desesperanza.

Y niñas como Millie,
con sus ojos llenos de vida,
me recuerdan,
y me dan fuerza,

Para poder con tu rostro putrefacto,
y poder 
decir lo que tengo que decir,
sin tapujos.

A la luz de las cucarachas.

A pleno Sol.

Como en aquella película de Alain Delon.

En el mundo del mañana mañana,
más allá de tu nube nuclear,
donde los niños sueñen,
entre las sábanas,
y no conozcan jamás
vuestro mundo crepuscular.
Y para que de una vez,
de una vez por todas,
conozcan la Libertad.

El mundo del mañana,
viene en silencio,
en su nave, 
a través del espacio interestelar,
cargado de palabras,
de cosas bonitas,
iluminando con su luz la inmensidad,
todo el vacío que este mundo,
a lo largo del universo,
puede regalar a la Humanidad.

En el mañana mañana.




domingo, 31 de julio de 2016

Regreso al Futuro

De Entre todas las dimensiones que podemos recorrer a lo largo del tiempo, de entre todas las fases espaciotemporales que se arremolinan sobre nuestra cabeza, que van zumbando persiguiendo el sonido de las plumas de Ícaro, al querer ascender hacia el sol...

Es sin duda de la Infancia de la que proviene el aire que acaricia nuestras mejillas, juega con nuestras melenas y nos hace olvidar los viejos y malignos deseos, que en forma de pecado, guardan los anhelos de Dédalo.

Son los ojos los que guardan el secreto de nuestros primeros pasos en esta vida, ante este mundo terrible. Y todos los cuentos, y artimañas que los mayores te cuentan para que, poco a poco, cada vez que se te cae un diente, esperes para que un ser misterioso te deje un regalo debajo de la almohada.

En los años 80 del siglo pasado, fuimos, con nuestros playeros blancos manchaditos de barro, recorriendo el camino, entre los árboles que flanqueaban la ruta, con la hojarasca volando entre nuestras pezuñas.

Qué feo, pero qué feo, de tan feo era increíblemente tierno.

E.T. navegaba su bicicleta, al compás de las libaciones de la Luna Llena, con la cesta cargada de ilusiones.

En busca del Tesoro, nos iban saliendo los dientes, guardando en nuestros sueños los presentes que los ratones imaginarios nos escabullían por debajo de las orejas, imaginando a los malvados piratas bebiendo ron mezclado con la sangre de una bruja en la noche más oscura.

Éramos como un tapón, enanos moviendo las manos, y los pequeños pies, con los pequeños ojos abiertos, de par en par, excavando en las profundidades de la tierra.

Y así, con las pestañas aleteando, y nuestra mirada malhumorada, como una niña con superpoderes, sobrevolando, con nuestro corazón de juguete, seguimos buscando el teléfono que nos pueda llevar al hogar de las hadas.

sábado, 30 de julio de 2016

Hombres de Letras

En el desierto de la ciencia,
mientras entre las arenas del abandono se alzan las nuevas torres de Babel,
en ese páramo,
que bañan las olas del mar,
sus latidos,
cargados de sal,
reflejando el color sin vida de los cristales,
dibujando el color que apaga,
inexorablemente la luz de los corazones.

Mi antiguo y viejo whisky,
en mi soledad,
desde la tormenta
que atribula
y trata de cerrar,
de nublarme la mirada,
calma mis nervios
y despierta mi conciencia.

Sin las palabras el mundo no sería nada.
Sin la profundidad de tus ojos,
sin el fulgor de tus pupilas,
sin la verdad que esconde ese destello,
no sabría que es lo esconde el azul y el verde.

Esperanza.
Esperanza y poder, que sujetan unas manos
atacadas por el licor,
cansadas de aguantar
entre sus agrietados y temblorosos dedos
el peso de las palabras.

Palabras,
Palabras, que van latiendo,
retumbando en el silencio,
anhelando que
alguien se atreva a pronunciarlas.

Son nuestras letras,
como un susurro mágico,
las que iluminan,
en la oscuridad,
la vela,
de ese navío que se escapa,
bajo la tempestad,
y el beso,
la caricia, y el
mundo
que con una mujer al lado se presenta como algo inevitablemente fantástico.

sábado, 23 de julio de 2016

El verano invencible

"Siempre tuve la impresión de vivir en alta mar, amenazado, en el corazón de una magnífica felicidad"

Así habla el que durante tantos años ha sido mi pensador favorito, el hombre despierto de Argel, hijo de un hombre humilde, muerto tras la batalla del Marne, en la Primera Guerra Mundial, huérfano a los tres años, con una madre analfabeta y sorda, originaria de la isla española de Menorca.

Cuando el espíritu de Europa se encuentra pendiendo de la misma horca, cuando ves a los hombres balanceándose al compás del viento, colgados de la rama más alta del árbol, de ese árbol cadavérico, sobre el que se posa el buitre leonado de negro, es en ese entonces cuando uno ha de ser consciente del peso que sobre los hombros y el corazón nos otorga el tiempo.

Congestionados, escupiendo la bilis por la boca, con los ojos ensangrentados, con las manos agarradas, llenas de llagas, a la soga, al trozo de cuerda que te roba la vida, con la espuma deslizándose, como un veneno antiguo, a lo largo del cuello.

Cuando ya en tu interior no fluye de la vida la sangre, es cuando escuchas las viejas marchas, la inmemorial cadencia que resuena en tu ajado corazón, que te susurra, al borde de la muerte, que el espíritu se ha de alzar sobre el sable.

La Luz sólo nos puede iluminar en medio de la más bruna oscuridad, la verdad sólo puede brillar, en todo su esplendor, frente a los peores sufrimientos, desgarrando con su magia todas las mentiras que tratan, en vano, de hundirnos en lo más profundo de los abatimientos.

Antes de ser atravesados por la fría y sanguinolenta espada, que con su dentado filo despedaza nuestras entrañas, antes de morir ahorcados, antes de cerrar los ojos para siempre, hemos de escuchar el grito desgarrado del Hombre.

Que clama venganza, que se alza hacia el Cielo, retumbando a lo largo del mundo con ecos de esperanza.

Decía Albert Camus que, "En lo más profundo del invierno, finalmente aprendí que dentro de mí se encuentra un invencible verano"

Y es en ese estío inabordable donde nuestro amor se alimenta, nutriéndose de miradas, de palabras y de hechos que se levantan, volando por el aire, recorriendo el universo, en el idioma silencioso de los delfines, como un Pokemon Go que te encuentras a la vuelta de la esquina.

sábado, 16 de julio de 2016

PRINCESAS

De todos los minutos que pasé contigo, creo recordar que ninguno lo di por perdido, pasaba mi mano por tu cuerpo, acariciando de seda tu escultura.

La verdad,

toda sea dicha,

Es el día de hoy que no sé si eres de verdad o figurada en Alabastro.

Mi diosa Afrodita, que baila desnuda entre los pinos que rodean el Monte Olimpo.

Con tus pelos ondeando al viento, con tu sonrisa deteniendo el tiempo.

Eres tan guapa, que hasta se me detiene el aliento.

Recuerdo el color de verde de los bosques de la Antigua Grecia,

Y tu inmortal sonrisa, mi Náyade, resplandeciendo hacia el sol.

Tu pecho, y tu vientre, y yo dentro de ti,

Y tus ojos en blanco,

Y las golondrinas revoleteando por encima,

despeinando al mismísimo Zeus,

mientras me dabas mordiscos.

Contra las paredes del Olimpo aún resuenan tus gemidos,

y tu mirada mágica,

que aleja de mi corazón todos los quejidos.


Tus Labios

Podría empezar a describir la comisura que encuaderna tus palabras, esa boca maravillosa que pintas de rojo, dibujando en tus labios el sueño de un hombre que anhela quitarte la ropa...

Podría hablar de tus ojos azules, fantásticos, ese océano pacífico en el cual bucearía toda mi vida.

Podría decir que hoy tampoco el cartero no tiene quien le escriba,

Podría seguir hablando de Rimbaud, y de Baudelaire, y de Blas de Otero.

Podría seguir haciéndote el amor.

Pero hoy no lo voy a hacer.

Aunque podría.

Porque... «Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a por mí,
no había nadie más que pudiera protestar.»

Y ahora volvemos a encontrar los motivos para seguir creyendo.

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, la abundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido; pues en mitad de aquellos banquetes sazonados y de aquellas bebidas de nieve me parecía a mí que estaba metido entre las estrechezas de la hambre, porque no lo gozaba con la libertad que lo gozara si fueran míos, que las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recebidas son ataduras que no dejan campear al ánimo libre. ¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo!

El Sol, amigo mío, sale para el mundo.

Entre las nubes, el eterno Astro, nos regala su calor, y es como escuchar las risotadas de los niños que corretean por las calles, 

Mientras la vida refulge.

De la misma manera que me iluminan tus labios...

Tu carne, pintada de rojo, late más fuerte, atronando el sonido que acalla el rumor de las tripas que nos traen el eco de la antigua hambre.

Sin libertad, mujer amada, no podría acariciar tu piel...

Qué es mi barco: mi tesoro,
qué es mi dios: la libertad,
 
mi ley, la fuerza y el viento, 
mi única patria la mar.

Sin libertad, la vida no tiene sentido, 

Sin libertad, 

no podría estar en la cama contigo.

Porque no es una poesía gota a gota pensada, no es un fruto perfecto,

Es un grito en la oscuridad, un desagravio para la Diosa Atenea,

una letanía, mecida por las olas, en honor de Nuestra Señora del Carmen.


viernes, 15 de julio de 2016

Adonai

En el extremo occidental del Mar Mediterráneo, ese mar azul y lleno de sal, el Mar que una vez los abuelos del casco de acero dorado, con el viento meciendo sus plumas,
llamaron su mar, muy cerca de allí, a unas cuantas brazadas de la península Ibérica, se encuentra la isla de Mallorca.

Mis padres, cuando yo era todavía un niño, nos llevaban a mí y a mis hermanos de vacaciones.

Y a mi hermana Margarita.

Los domingos solíamos ir a misa, en Cala Millor, y el cura, el Padre Nadal, gustaba de cantar una canción, venían las señoras mallorquinas con sus abanicos blancos, dándose aire en las pestañas y en su cara bonita curtida por el tiempo, con el cariño y la buena piel que otorgan el sabor de las aceitunas.

Dios es Amor, cantaba el Padre Nadal, cómo le gustaba a aquel paisano cantar esa canción, y daba las palmas, Dios es Amor, la Biblia lo dice, Dios es Amor, San Juan nos lo repite.

Y a la mitad del mes de julio, salía el pueblo al mar, en las barcas, para honrar a la Virgen del Carmen, como aquí se hace en Luanco, susurrándole a la estrella de los mares, a nuestra Rosa Mística.

Anoche, trataron de dispararle y de quitarle los pétalos a la rosa, de la única forma que saben, derramando sangre, que es la manera en la que dibujan en el suelo de rojo su vieja y maldita hambre.

Éramos seis asturianos, rodeados de señoras mallorquinas, con sus abanicos inmaculados, que se mecían con la batiente que las olas marcan sobre la arena de la playa.

El Padre Nadal cantaba, y te miraba con sus grandes ojos redondos encuadrados por las gafas, sus palabras retumbaban en el agua, y te venían devueltas con el aroma que nos regalaba la sal.

"Vosotros sois la Sal de la Tierra, vosotros sois la Luz del mundo"

¿Pero si la Sal se queda insípida, con qué se salará?

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, permite por favor, antes de que este mundo se acabe, permítenos, a la Luz de nuestra fe, vengar a nuestros muertos.

Adonai, yo sé que estás vivo, y al final te alzarás sobre el polvo.

Como en aquella pequeña iglesia, cuando nos decías cosas bonitas al oído.

domingo, 10 de julio de 2016

VIRIATO

Mientras los últimos pertrechos llegan a la nave, Vasco de Gama contempla el mar que baña las playas de Lisboa, y ante de sí se extiende el mar.

El mar que conquistaron los marineros portugueses, en África, en la India, y hasta en el Lejano Oriente, hombres intrépidos, aventureros, alzaron la bandera del Reino más allá de los mares.

Con fuerza y honor, así fue Portugal construyendo un gran imperio,

De un pequeño país se
lzaron decenas.

A lo largo del ancho mundo.

El Imperio del Brasil, Angola, Mozambique, Gao y Macao.

Navegando con el corazón encendido y la mirada dispuesta....

El navegante portugués  llega hoy a un nuevo puerto, y sus hermanos de España sólo le desean lo mejor.

Porque nunca fuisteis malos, y mira que podíais haberlo hecho.

Portugal es un regalo del Cielo, como su gente, como Lucía, Jacinto y Francisco.

LA MUJER PIRATA

Córdoba.Lejana y sola. Jaca negra, luna grande, y aceitunas en mi alforja. Aunque sepa los caminos yo nunca llegaré a Córdoba. Por el llano, por el viento, jaca negra, luna roja. La muerte me está mirando desde las torres de Córdoba. ¡Ay qué camino tan largo! ¡Ay mi jaca valerosa!¡Ay que la muerte me espera,antes de llegar a Córdoba!

Córdoba.

Lejana y sola.

El viento acaricia su bello cabello, dibujando volutas bajo el sombrero, y las gaviotas cacatúan su llegada.

Cruza el mar, el barco de la Reina de los mares, sobre los abismos que esconden las aguas, navega, la mujer pirata, y subiéndose al Puente ordena desplegar las velas.

Al ver un galeón, un galeón español, desenfunda la espada, y el hierro luce al sol como una profunda letanía, en su mirada, en sus ojos azules, guarda el eterno rencor, y la furia que se desata al ver al timonel.

Ordena cargar los cañones, llenarlos de pólvora, para que se oiga el rugido de los piratas.

Y se pasea por el Puente de la nave de madera, con su loro subido al hombro, que repite las consignas, de colores, que resuenan a lo largo y ancho de la nao.

Mi mujer pirata, mi capitana, con el sombrero calado y la falda muy corta alza la espada, desafiando al cielo, y grita fuego.

El trueno, desde el azul de la noche, responde al unísono.

Como una centella que rasga el silencio y traspasa el tiempo.

Y ya con el cuchillo empapado en sangre y su loro fosforita aleteando al oído, después de la batalla se vuelve a decir las viejas palabras...


Que mis ejércitos sean las rocas, y los árboles, y los pájaros del cielo...

sábado, 9 de julio de 2016

LOS POETAS MALDITOS

Como un libertino pobre que besa y come el pecho torturado de una antigua ramera, robamos al pasar un placer clandestino que exprimimos con fuerza cual a vieja naranja...


De las vidas que van al mar, de los ríos que conducen a la muerte, de la luz del sol que marchita lentamente la piel, haciendo surcos en la carne, arando cicatrices va la vieja y blanca calavera arrostrando todo a su paso, anegando los campos, marchando al ritmo que marcan sus tambores de hiel.

En las polvorientas llanuras de América, en las inmensas planicies que desafían al cielo con sus tormentas, se encontraban las viejas palabras escondidas, allá en la guarida del lobo, entre los huevos de las serpientes de cascabel.

Resuena el maligno sonajero, una y otra vez, al compás que marcan los tamborileros del esqueleto, al unísono con las flautas de los granaderos del Rey Jorge, atronando, retumbando contra los muros de Kansas City. Y vienen los cuatro jinetes, la Peste, la Guerra, el Hambre y la Muerte, para acabar por derrumbar las murallas de la civilización.

Es tan bella la ruina, tan profunda...


Y en el cieno chapoteamos, embadurnados de barro, que se adhiere a las pestañas y a las uñas de las manos, tratando de pintar de negro el corazón.

Respiramos por los poros, palpitando a cada minuto... Escribir en España no es llorar, es beber, es beber la rabia del que no se resigna a morir en las esquinas, es beber y maldecir, blasfemar contra España, contra este país sin dioses pero con estatuas de dioses...

El Hada Verde, con su sonajero de cascabel, pinta de rojo tus venas, del color del vino, busca tu perdición, te empuja a la soledad, al hastío y a la desolación, para en ese frío yermo poder arrebatarte el alma.

Antiguos y crueles desiertos recorren a lo largo del tiempo los poetas malditos, para encontrar el significado de las palabras en los cubiles de las serpientes de cascabel.

En los bolsillos de la chalina, tan solo dos monedas, para pagar al barquero...

Yo soy como ese rey de aquel país lluvioso,rico, pero impotente, joven, aunque achacoso, que, despreciando halagos de sus cien concejales, con sus perros se aburre y demás animales.
Nada puede alegrarle, ni cazar, ni su halcón, ni su pueblo muriéndose enfrente del balcón.
La grotesca balada del bufón favorito no distrae la frente de este enfermo maldito;
en cripta se convierte su lecho blasonado,y las damas, que a cada príncipe hallan de agrado,
no saben ya encontrar qué vestido indiscreto logrará una sonrisa del joven esqueleto.
el sabio que le acuña el oro no ha podido extirpar de su ser el humor corrompido,
y en los baños de sangre que hacían los Romanos, que a menudo recuerdan los viejos soberanos,
reavivar tal cadáver él tampoco ha sabido pues tiene en vez de sangre, verde agua del Olvido.


A través de los páramos del tiempo, va el tejedor de palabras, el urdidor de sueños, entregando la vida mientras el veneno de la serpiente fluye bajo su piel, marchitando su rostro, carcomiendo su carne, alimentando a la víbora con su miel...