domingo, 27 de noviembre de 2016

Sones del mar Caribe

En las calles de Santiago,
al sur de Cuba,
entre sus casas resquebrajadas,
no resonarán,
los ecos perdidos,
que al otro lado del mar,
despiden
a los que de este mundo se van,
allá,
en donde habita el olvido.

No atronarán,
retumbando bajo el silencio
de los balcones engalanados,
los pasos fúnebres
que a los muertos
acompañan,
entre rosas y claveles,
nomeolvides y
oropeles,
hacia ese paraíso soñado.

Recorrerá el Comandante,
por última vez,
a hombros de sus compadres,
el edén conquistado,
de agua azul rodeado,
mar de piratas ganado.

En un ataúd de pino,
descansarán sus barbas
crespadas,
mientras alrededor de la caja,
millones de hormigas,
pululan cantando,
que la muerte
no es de verdad
cuando se cumple bien con la vida.


sábado, 19 de noviembre de 2016

Ultraísmo

Si las palabras,
los sonidos
que emite nuestro corazón,
se pudiesen materializar,
y lográsemos
que en vez de perderse
se convirtiesen en mariposas,

y pudiese,
de nuevo,
repetir
las horas de angustia,

Cuando recorría
tus calles en la desvencijada bicicleta,
y esas nubes,
la niebla,

Y nuestra Virgen,
mi mamá se llama María,
en cada esquina de Italia,

En cualquier margen de España.

En las catedrales de Francia,

En los acantilados de Inglaterra,

En el uniforme de un soldado de Alemania.

Y van,
pues,
los guiños de las golondrinas
aleteando,
y graznando,
mientras las plumas pintan
de verde el día,
Sí,
Esperanza,
luz y dulzura,
¿te acuerdas?
Verde que te quiero verde.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Espectros del pasado

Son mis noches tristes,
las visiones de un pasado
que de coral se viste.

Viejas mujeres,
dibujadas,
delineadas
con los colores
que al corazón desvisten.

Pasea,
recorre la solitaria avenida,
se desliza a lo largo y ancho,
pintando la realidad
con la pátina
que su ligera
y
suave sonrisa
llama felicidad.

Al atardecer,
cuando las negras nubes
se abalanzan,
arremetiendo contra
la Libertad,
va,
respirando,
en tanto el viento
acaricia su divina melena.

Al aire,
al aire libre,
que besa su cabello,
haciendo tirabuzones,
mientras la Luna
hace retroceder las aguas,
al calor
del brillo
que encrespa
y hace llorar a los tiburones.

Es el Siglo XIX,
momento,
lugar,
donde refulgen tus palabras,
inmortalizando
tus pasos,
las celestiales pisadas
que tus tacones
transforman en miles,
millones de
miradas.

Ya no recorren fantasmas,
ni polizontes,
los muelles
de ese mundo
ya eclipsado;

Tan solo resuenan,
por las desguarnecidas
callejuelas
de Asturias,
los ecos,
el susurro
de tu perfume inmortal,
que desde Montparnasse,
impenitente,
me envía esta Poesía,
curándome el alma,
cerrando la herida,
augurando un nuevo día,


domingo, 6 de noviembre de 2016

Mal de amores

En Otoño el Sena, en la ciudad de la Luz,
baja cargado de hojas caídas de los árboles,
que,
como un viejo amor,
recorren los campos al compás de las aguas silenciosas.
Y entre sus cuatro puntas llevan,
grabadas,
las mismas sístoles de algún querer perdido.
Contempla el amante desesperado,
antes de tirarse al río,
al ver escaparse las vetas argentas en donde
se refleja la Torre de Hierro,
descifra,
en ese papel que se desliza entre los torbellinos,
la palabra de la mujer amada,
que le promete una sonrisa,
una caricia,
la vida entera.
Y envuelto,
pues,
de nuevo en su capa y en su sombrero,
vuelve a enfundar la espada,
convencido que la vida,
que la vida,
triunfará sobre la nada.