viernes, 14 de abril de 2017

Avenidas de gloria

No se oyen trompetas,
ni van los legionarios
soplando sus cornetas.
La calle la recorren
los coches,
los tambores,
los tambores,
resuenan en lo profundo
de los ojos
de aquel poeta
donde siempre es de noche.
Poetas ciegos,
de vino y de vida,
recorren
las alamedas del día,
entrelazando palabras,
trenzando versos
pintados del color
de la alegría,
las calles,
ya no huelen
a lejía,
como me prometías
cada vez que
me recogías
del suelo,
tras de dar tumbos,
mirando al Cielo,
por la Gran Vía.

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