sábado, 15 de abril de 2017

Lutecia

De vez en cuando,
así,
como si nada,
entre tanto,
mis sentidos
se dan cuenta
del compás de mis latidos.
Caminando,
a lo largo del río,
dentro de mí,
ya no tengo frío.

Cuando te miro.

Esos ojos,
esa boca,
esa mujer
que vive más allá,
en ese infinito que
jamás
derrotará el olvido.

Baco,
el dios del vino,
te contempla
desde el Olimpo,
latiendo,
sintiendo,
y en las manos
un racimo de uvas.

Y el amor,
ya sin dudas.
El amor
se vuelve a pasear
glorioso
por tus viejos bulevares,
en las palabras
del Parnaso,
de aquellas joyas
exquisitas,
que se forjan
al calor
de tu mirada bendita.

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